26 de junio de 2007

manos

Manos, huellas. Cientos, miles de manos de diferentes personas, insertas en una gran cuadrícula o rejilla: marcas, testimonio de presencias, de tránsitos.

Graça Pereira Coutinho, Quatro paredes, estación de metro de Olaias, Lisboa, 1998 (detalle)

Impresas sobre una materia mixta (arena, pigmento, serrín y cola) se ubican en cuatro enormes paredes de la estación de metro de Olaias. La misma estación está integrada también por obras de Pedro Cabrita Reis, Pedro Calapez y Rui Sanches.

Graça Pereira Coutinho (n. 1949) es una de las creadoras más importantes y vanguardistas del arte contemporáneo portugués (y no sólo). Afincada en Londres desde hace décadas, esta pintora y escultora ha creado y sigue creando una obra no figurativa marcada por la mezcla de elementos y materiales, de texturas y signos. Ya sea en pintura, escultura, creación de objetos o en instalaciones, su expresión está marcada por la sugerencia y la geometría (a menudo sus composiciones se sirven de la forma de rejilla, en la que dispone elementos semejantes o no), así como en la utilización de elementos tomados de la naturaleza o de sus numerosos viajes. La escritura (a menudo ilegible, o en caracteres invertidos) también integra algunas de sus pinturas, como ocurre en las series Porta etrusca o Letters to my mother. Las series War Zone, por su parte, forman una parte de su obra claramente comprometida con la paz, a partir del genocidio de Ruanda.

Graça Pereira Coutinho, Letters to my mother, técnica mixta sobre papel, 68x48 cm, 1991

Graça Pereira Coutinho, Porta etrusca, acrílico y técnica mixta sobre tela, 205x166 cm, 1989

23 de junio de 2007

dibujo

Carlos de Oliveira

Desenho infantil (IV)


Ao crepúsculo, desceu enfim a escada e entrou na atmosfera espessa do corredor; parecia flutuar; tinha o rosto sombrio, os cabelos caídos para os olhos e jurara nunca mais comer carne, mesmo que fosse condenado toda a vida às ampolas de soro nutritivo diluído em leite.
Empurrou devagar a porta da cozinha, onde o fogo tornava o cobre cor de sangue, e lembrou-se outra vez dos bichos imolados sobre as lajes do pátio. Havia um vulto debruçado para o lume, uma criada com certeza, entregue ao ritual das chamas: alimento, calor, sobrevivência diária.
Continuou em frente no mesmo passo aéreo e saiu da cozinha; se alguém o visse agora pensaria num caso de sonambulismo: «quando acordar regressará»; talvez, mas as palavras hesitam de repente, incertas, disjuntivas, e o poema esboroa-se no rasto da criança.

Carlos de Oliveira (1921-1981)

[Dibujo infantil (IV)
Al crepúsculo, bajó por fin la escalera y entró en la atmósfera espesa del corredor; parecía fluctuar; tenía el rostro sombrío, el pelo caído hacia los ojos y había jurado nunca más comer carne, aunque fuese condenado toda la vida a las ampollas de suero nutritivo diluido en leche.
Empujó despacio la puerta de la cocina, donde el fuego tornaba el cobre color de sangre, y recordó otra vez los animales inmolados sobre las losas del patio. Había un bulto inclinado hacia la lumbre, una criada sin duda, entregada al ritual de las llamas: alimento, calor, supervivencia diaria.
Continuó hacia delante con el mismo paso aéreo y salió de la cocina; si alguien lo viese ahora pensaría en un caso de sonambulismo: «cuando despierte regresará»; tal vez, pero las palabras titubean de repente, inciertas, disyuntivas, y el poema se disgrega en el rastro del niño.]

21 de junio de 2007

Luandino

Poeta, cuentista, novelista y traductor angoleño, hijo de colonos portugueses, José Luandino Vieira (1935) llegó a Angola con tres años de edad, y adoptaría esa nacionalidad a través de su lucha por la independencia contra Portugal. Preso en 1961 por su vinculación al MPLA, en 1963 fue desterrado a la Colónia Penal do Tarrafal, en Cabo Verde, de donde pasó a Lisboa ya en 1972 para vivir en régimen de libertad condicional y de residencia fija. Regresó a Angola en 1975, donde desempeñó una intensa tarea en la construcción del país ya independiente, tanto en la televisión pública como con su labor de escritor. En 2006 fue galardonado con el Premio Camões, el más importante de las letras en lengua portuguesa, que sin embargo rechazó por razones personales. Entre sus libros se destaca la novela breve A vida verdadeira de Domingos Xavier (1961), el volumen de cuentos Luuanda (1963), o la novela Nosso musseque (escrita en prisión entre 1961 y 1962, y publicada sólo en 2003). Su preocupación mayor es la desigualdad, el hambre, la represión, la vida de la gente del pueblo angoleño, y simultáneamente la búsqueda de una expresión mestiza, que parte del portugués de Angola para crear nuevo lenguaje, incluso mezclándolo con alguna de las lenguas de su país, el quimbundo, dominante en la capital, Luanda.

En A vida verdadeira de Domingos Xavier un tractorista es arrestado por la policía política salazarista en Angola, y conducido a un centro de detención en Luanda. Simultáneamente, Zito, un niño de un musseque (barrios de chabolas de los alrededores de Luanda) ve cómo lo llevan arrestado. Se inicia así una cadena de solidaridad informativa para saber quién es el arrestado y cómo ayudarlo, desde el abuelo de Zito hasta los dirigentes de la lucha anticolonial. Mientras, Maria, la mujer de Domingos Xavier, busca a su marido, al tiempo que se narra el proceso de interrogatorio y la resistencia de ese hombre inocente que se niega a confesar lo poco que sabe.
El estilo es sencillo, rico en matices, lírico en ocasiones y directo, duro en otras. Tanto la voz del narrador como la de los personajes está salpicada de expresiones en quimbundo, de palabras, nombres de pájaros, árboles, frutos, de formas de dirigirse a las personas (afortunadamente hay un glosario al final), lo que convierte la lectura en un viaje sonoro.
José Luandino Vieira narra lo que sufrió en su propia piel: la represión, la tortura, la cárcel bajo un régimen colonial fascista. Sin embargo, el valor de su obra no se queda en lo que tiene de testimonio contra la injusticia y de canto a la libertad. La libertad está además en su lenguaje, en el mestizaje que realiza, en su estilo tan sencillo como contundente, de raíz múltiple. Por desgracia, y sorprendentemente, todavía no se ha traducido al español a este autor, fundamental en la narrativa africana y en la prosa en lengua portuguesa. Algunas de sus obras principales, sin embargo, se encuentran traducidas al alemán, francés, inglés, italiano, ruso y sueco.

20 de junio de 2007

quelhas

Rua do Quelhas

17 de junio de 2007

en blanco y negro


En blanco y negro. Como los sueños. Como los miedos. ¿Eran así, antes?

colina

Ruy Belo

Na colina do instante


Há um cheiro de absinto quando os capricórnios
da casca apodrecida dos carvalhos velhos
iniciam seu voo pelo mês de Junho
Colhemos avelãs ao longo do jardim
onde as tílias ao vento espalham o aroma
A frescura da fruta vence o sol rasante
Somos quem fomos caminhamos tão de leve
temos tamanha dignidade de crianças
que nem a morte aqui de nós se lembraria
nem mesmo a monstruosa flor de outros destinos
nem qualquer outra das repúblicas do ódio
encresparia o calmo mar do fim da tarde
É à celebração sagrada do acaso
à festa da essência mineral do mundo
que o sol procede no segredo deste templo
A tarde é tudo e tudo são caminhos
Somos eleitos cúmplices da hora
Aqui não chega o desatino do verão
esqueço a aversão dos meus antepassados
e levanto-me sobre a derradeira luz
Por instantes sou eu ninguém morreu aqui
ó minha vida esse processo que perdi

Ruy Belo (1933-1978)

Y mi traición al español:

[En la colina del instante
Hay un olor de ajenjo cuando los capricornios / de la corteza podrida de los robles viejos / inician su vuelo hacia el mes de junio / Cogemos avellanas a lo largo del jardín / donde los tilos al viento dispersan el aroma / La frescura de la fruta vence al sol rasante / Somos quienes fuimos caminamos tan levemente / tenemos tal dignidad de niños / que ni la muerte aquí de nosotros se acordaría / ni siquiera la monstruosa flor de otros destinos / ni cualquier otra de las repúblicas del odio / encresparía el calmo mar del fin de la tarde / Es a la celebración sagrada del azar / a la fiesta de la esencia mineral del mundo / que el sol procede en el secreto de este templo / La tarde es todo y todo son caminos / Somos escogidos cómplices de la hora / Aquí no llega el desatino del verano / olvido la aversión de mis antepasados / y me levanto sobre la postrera luz / Por momentos soy yo nadie murió aquí / oh mi vida ese proceso que perdí]

14 de junio de 2007

guindastes


Verticales sobre el río. Picos voraces alzados hacia el cielo. Multitud inmóvil de los puertos.

13 de junio de 2007

balada de Cardoso Pires

Balada da praia dos cães (1982, Balada de la playa de los perros), la obra más celebrada de José Cardoso Pires (1925-1998), forma parte de un conjunto compuesto por novelas tan interesantes como O Delfim (1968, que me gustó, aunque a cierta altura me sentí algo perdido) o Alexandra Alpha (de 1987, es en mi opinión su mejor novela), así como la pieza de teatro Corpo-delito na sala de espelhos (1980) o los relatos de O burro em pé (1979), además de ensayos y artículos. En toda la producción de Cardoso Pires son temas importantes la dictadura de Salazar (de la que fue disidente), el poder autoritario, la vida canalla y los bajos fondos lisboetas.
Al hilo de un crimen real ocurrido en 1960, y sobre el cual el autor tuvo información privilegiada de manos de uno de sus autores, arranca esta novela que relata la investigación del asesinato del mayor Dantas Castro (en la ficción; en la realidad fue el capitán Almeida Santos) a manos de sus cómplices (Mena, amante de la víctima, el joven arquitecto Fontenova y el cabo Barroca) en una supuesta trama conspirativa contra el régimen de Salazar. El jefe de brigada Elias Santana (apodado Covas, un funcionario solitario, lúbrico y cínico) es el hilo conductor de una historia referida por un narrador omnisciente en tercena persona que describe y cuenta con un tono mordaz, a menudo cediendo la voz al personaje de Elias y a otros. Transcurre en diversos momentos de 1960 que se mezclan al hilo de la investigación, en forma de recuerdos y testimonios entrelazados con la narración lineal (si bien hay alusiones a una mirada del propio autor desde el presente de la publicación: 1982), principalmente en Lisboa, además de en Elvas, en la llamada Casa da Vereda (cerca de la sierra de Sintra) y en la Praia do Mastro. Junto al narrador y a las voces de los personajes, el autor añade noticias y fragmentos de la prensa, así como materiales del proceso adaptados a la ficción, de modo que es el lector quien ha de articular y ordenarlo todo en una lectura participativa.
Balada da praia dos cães es una excelente novela, sobre todo por su estructura y por la forma magistral de jugar con la realidad y la ficción, creando una verdadera metaficción, reflexión sobre una realidad que ya es diferente de la que supuestamente representa en el plano de la novela, puesto que no se lleva a cabo una simple transposición de hechos, sino que se construye otra realidad. Y en esa realidad nueva, Cardoso Pires juega y trastoca las reglas del género policial, apenas ofrece respuestas, mientras se multiplican las preguntas y los enigmas. Así, el crimen y su investigación no son sino un pretexto para trazar un excelente retrato de los años más grises de la dictadura salazarista, y en particular de la forma de trabajar de la Policía Judicial y de la temible PIDE, de la represión, de la vida en un régimen de miedo y sumisión, y con alusiones a la censura, al imperialismo portugués de la época (la independencia de las colonias en la India)… Resta un vago tono de sucio erotismo, de calles vacías en la noche de una Lisboa provinciana y ahogada por el fascismo, de calabozo y de interrogatorio prolongado por el propio placer sádico del jefe Covas, y el extraño cuarteto de conspiradores comandado por un mayor impotente, en todos los sentidos de la palabra: ante la torturada Mena y ante la dictadura.

11 de junio de 2007

esperar


Hay que subir la Calçada do Combro, doblar la esquina hacia el Adamastor y pasar a la esplanada que hay junto al miradouro frente al Tajo. Los libros, los materiales de estudio o trabajo, son apenas una excusa: allí se va a esperar. ¿Esperar qué? Nadie lo sabe todavía. Algunos días contamos cargueros de paso, melancólicos, lentos, como aquél que portaba la estatua de Lenin, Danubio abajo, en la película de Theo Angelopoulos. Lástima que el griego no cambie los Balcanes por Lisboa, aunque sea por una vez: aquí podría rodar otra película hermosa: sólo tendría que añadir la niebla. O ni siquiera.
A veces callamos, e inevitablemente escuchamos conversaciones ajenas, ese juego tan viejo que consiste en unir frases cazadas al vuelo y tratar de imaginarles un argumento más amplio, una historia, tal vez una vida. Lisboetas y extranjeros pierden la mirada en el ancho río y hablan sin dar importancia a las palabras más importantes: “Amanhã falo com a Teresa”, le dice una mujer madura a un hombre de ojos húmedos, “vais ver que tudo se arranja, Zé”; “I feel like an asshole, Joana”, lamentan los labios temblorosos al teléfono móvil, como si cantara, “now I know I should have told him before, but I’m always wrong, I’m always getting late, it’s the same song, the same song”; “Eh, pá, que seca!”, se queja un adolescente a su amigo, “parece que vai chover, já chega”. Y es cierto, nubes grises, lentas como los buques del estuario, han ido borrando los escasos huecos de azul: todo indica que de aquí a nada lloverá.
En una tarde cualquiera, Zé y Teresa hablan en la mesa de al lado. Ella le pregunta por su hijo de diez años, pero la música de la terraza pone barreras a las palabras. Minutos después él le propone un viaje, solos, “porque uma viajem dá para encontrarmos soluções”, horas de asfalto y conversación para cubrir espacios vacíos y heridas abiertas. De Lisboa a Córdoba, la semana que viene. Después silencian. También parecen esperar, con o sin esperanza, contra la luz de mercurio del río.
Hay que esperar que nada ocurra. En la terraza, frente al río surcado por el puente rojo, ante la suma de tejados y gaviotas que da forma al espacio intermedio. Hay que esperarlo, porque siempre ocurre algo.

6 de junio de 2007

biografia


Biografia


Tive amigos que morriam, outros que partiam
Outros quebravam o seu rosto contra o tempo.
Odiei o que era fácil
Procurei-me na luz no mar no vento.

Sophia de Mello Breyner Andresen

5 de junio de 2007

saudade, fado

Já houve numerosos autores que falaram e escreveram sobre o assunto. Desde Fernando Pessoa até o italiano (e pessoano) Antonio Tabucchi. O fado e a saudade são termos exclusivos da língua portuguesa, não há equivalências noutras línguas: eis a riqueza da linguagem para criar realidades e sentimentos. Tais termos, porém, não só existem na cultura portuguesa (de Portugal), tal como pretende (ou silencia) Tabucchi ou como disse Pessoa, pois são hoje partilhados com outras terras, como o Brasil e Cabo Verde, Mozambique ou Angola (além da saudade galega, que ainda não sei se é tão semelhante). Lá temos a célebre e bela morna de Cesárea Évora, que canta com tristeza em crioulo “sodade, sodade, sodade dess nha terra São Nicolau”. Outro exemplo musical é a “Saudade do Brasil” que canta Elis Regina. No seu último romance, O outro pé da sereia, o moçambicano Mia Couto escreve: “A saudade é um morcego cego que falhou o fruto e mordeu a noite”. Não são portanto rasgos “nacionáis” exclusivos dos portugueses, mas sentimentos comuns a outros povos de língua portuguesa (e crioula).

É evidente, no entanto, que a maneira das pessoas sentirem a saudade muda segundo os diferentes elementos de cada identidade, além da nacionalidade, na qual são factores importantes a idade da pessoa, o género, a étnia, o nível cultural, o carácter mais ou menos sensível, etc. O sentimento é semelhante, seja um brasileiro ou um finlandês, mas só pode ser saudade ou fado se quem o sente é lusófono. O fado e a saudade são rasgos da língua, portanto, e não dos povos ou das pessoas: é algo que só a língua portuguesa nomeia, e essa designação descreve um sentimento complexo, por vezes fatalista e por vezes melancólico. A linguagem é criadora de realidade, e desta maneira a descrição de um sentimento acaba por designar um sentimento diferente: a saudade já é “outra coisa”.

O fado é não só um sentimento, mas também uma música, essa sim só portuguesa… hoje. Porque o fado, segundo alguns estudos musicológicos, nomeadamente dos professores José Ramos Tinhorão e Rui Vieira Nery, como quase todas as músicas, é produto duma mistura. Neste caso, é provável que a origem mais remota do fado se encontre na dança lundum, nascida no Brasil colonizado, mistura de danças e músicas portuguesas e dos escravos africanos de origem bantu.

Tudo isto não quer dizer que a saudade e o fado não sejam originais e exclusivos da cultura ou da forma de sentir portuguesas: ao contrário, a sua riqueza e o seu maior valor fundamentam-se no seu carácter ao mesmo tempo português, na sua origem, e hoje universal, fruto da mistura e do intercâmbio cultural ao longo dos séculos, património da língua portuguesa, mas não signos de um pretendido essencialismo nacional.

3 de junio de 2007

Sá-Carneiro y la confesión


Mário de Sá-Carneiro es conocido como fundador del modernismo literario portugués junto con su amigo Fernando Pessoa, con quien dirigió la revista
Orpheu. En su obra tienen relevancia ciertos elementos del simbolismo y del decadentismo de finales del siglo XIX. De su producción poética destaca Dispersão (1914) y el poemario Indícios de oiro (publicado póstumamente en 1937). En prosa de ficción, además de su obra más conocida, la novela breve A confissão de Lúcio (1914), destaca el volumen de relatos Céu em fogo (1915). Mário de Sá-Carneiro fue un ser atormentado, y uno de esos escritores tan luminosos como fugaces (escribió su obra en cuatro años). Puso fin a su vida en París en 1916, con apenas 26 años.

En
A confissão de Lúcio el narrador, Lúcio, cuenta diez años después, tras su salida de prisión, la verdad, por inverosímil que sea, de cómo fue inculpado de un crimen que no cometió: Lúcio conoce en París a Ricardo de Loureiro en una fiesta de una rica americana que se inmola en una danza de fuego. Con el tiempo su amistad se hace más cómplice e intensa, si bien Ricardo le confiesa que es incapaz de sentir afecto por nadie, a no ser que lo posea sexualmente, lo cual él mismo descarta ya que Lúcio es un hombre. Regresa a Lisboa, y cuando Lúcio lo visita tiempo después lo encuentra cambiado y viviendo con una extraña mujer, Marta, de belleza y sensualidad perturbadoras, que parece no tener pasado ni vida propia. Lúcio inicia una relación sexual con Marta que, lejos de alejarlo de Ricardo, parece estrechar su amistad y afecto. Cuando tiempo después el atormentado Lúcio le reprocha a Ricardo que no reaccionase ante la infidelidad de su mujer, éste, atormentado, le muestra la verdad, que yo no voy a revelar para no aguarle la fiesta a quien prefiera descubrir las cosas por su propio pie.
Destaca el aire decadentista de esta novela que trata con maestría el tema del otro, la amistad en sentido totalizador, lo inverosímil hecho realidad y la ambigüedad de género y sexual. Entre París y Lisboa, la acción comienza y termina en torno a 1910, y lo narrado por Lúcio ocurre entre 1895 y 1900. El texto se divide en una breve introducción y ocho capítulos igualmente breves. El recurso a la narración desde el presente permite al autor servirse de las elipsis y silencios, de máscaras, de los olvidos del narrador, los puntos suspensivos. Todo ello no hace sino enriquecer las interpretaciones de la novela.
A confissão de Lúcio es un clásico, una obra emparentada con el Dorian Gray de Oscar Wilde, anterior a ella, y con otra posterior, Orlando, de Virginia Woolf. Su riqueza estriba en la multiplicidad de lecturas e interpretaciones que ofrece, fruto de la ambigüedad narrativa y de las alusiones entre líneas. El tema de la alteridad, recurrente en la época (y común a Pessoa) es patente. Tiene, desde luego, una lectura queer, relacionada con la indefinición de género en Ricardo/Marta, ente de ficción o real (que sea una cosa u otra hace que la relación con Lúcio sea de carácter homosexual o un simple adulterio).
Al margen de las lecturas y sugerencias de todo tipo, el texto produce un gran placer, se lee con intensidad y en una o dos sentadas. Y eso, que puede ser entendido como una ventaja, acaba por ser una lástima, como pasa con todo lo bueno cuando es breve.