7 de enero de 2007

invierno en Lisboa

El invierno en Lisboa (a diferencia de aquella novela homónima que seduce en la primera lectura y se cae de las manos en la segunda) tiene vuelo los días de aire claro, y tiene también peso los días de niebla, cuando los cargueros gimen en el estuario del Tajo, abriendo con su sirena una fisura de yelo en la densidad. Y los días de sol, el invierno en Lisboa no es menos invierno: es todo el invierno condensado en el placer de recibir los rayos en la cara, los ojos cerrados, olvidando el tiempo. Cuando llega la lluvia, sin embargo, regresa el tiempo al tictac de los relojes, al goteo meticuloso sobre las tejas de esta buhardilla: águas furtadas, mansarda, un espacio robado al aire desde el suelo.

No hay comentarios: