27 de agosto de 2007

criollo

José Eduardo Agualusa, nacido en Huambo (Angola) en 1960, es un escritor que se mueve en el ancho mundo de la lengua portuguesa, entre Angola, Portugal y Brasil, pero también ha escrito y vivido en Goa (India) o Berlín. Es autor de una ya amplia obra narrativa. Destacan en su producción las novelas Estação das chuvas (1996), Nação crioula (1997), O vendedor de passados (2004) o la última, As mulheres do meu pai (2007), así como diez libros de cuentos (entre ellos Fronteiras perdidas, contos para viajar, de 1999) y la guía Lisboa africana (de 1993, también con textos de Fernando Semedo y fotografías de Elza Rocha).

En Nação crioula, tercera novela de Agualusa, se narra la experiencia vital y amorosa del aventurero portugués Carlos Fradique Mendes a finales del siglo XIX. Este personaje, ya más ficticio que real (se supone que Eça de Queiroz recogió su correspondencia), emprende viaje a Angola. Allí conoce la sociedad esclavista, y se enamora de Ana Olímpia Vaz de Caminha, nacida esclava y sin embargo rica y culta. Luego viaja a Brasil, se convierte en luchador por la abolición de la esclavitud, después en anarquista. Más allá de la relación amorosa, del auge y desgracia de Ana Olímpia y de la evolución ideológica de Fradique, en la novela se curzan historias y aventuras que llevan de Luanda a París, a Brasil, a Lisboa, siempre según el curso de las cartas.

Las cartas, efectivamente: porque la particularidad de esta novela es que es epistolar, la narración se compone de veinticinco cartas firmadas por Fradique Mendes entre 1868 y 1888, escritas desde Angola, París, Brasil o Lisboa, y de una última y larga misiva, de Ana Olímpia, fechada en Luanda en 1900. A través del testimonio del propio protagonista vamos conociendo los hechos, pero además muchas cartas contienen narraciones que otros personajes hacen al propio Fradique Mendes. Las misivas de Fradique están destinadas a tres personas: a su madrina Madame de Jouarre, a Ana Olímpia y a su amigo el escritor Eça de Queiroz. La última, la escrita por Ana Olímpia, también está destinada a este autor, a quien la ex esclava lega toda la correspondencia del aventurero portugués. De este modo, un escritor real, un clásico de las letras portuguesas, Eça de Queiroz, se convierte en el recopilador de la correspondencia que forma, carta a carta, la novela Nação crioula de José Eduardo Agualusa.

Nação crioula es una novela muy singular, entretenida de principio a fin, fácil de leer porque atrapa, y sin embargo en modo alguno es sencilla. Novela mestiza en muchos sentidos: por su mezcla de realidad y ficción en cuanto a la historia, pero también respecto a los personajes, algunos inspirados en figuras reales; y mestiza por la propia ideología que desprende, de mezcla de pieles y culturas, de países, de ideas. Sorprende cómo Agualusa sabe sacar aquí partido al género epistolar, en principio muy limitado, y cómo logra que, carta a carta, el lector entre en un mundo tan interesante como el de Angola y Brasil de finales del siglo XIX. Y sabe hacerlo con dosis de acción, de seducción amorosa, pero también con humor, como en este párrafo:

Para construir uma África portuguesa seria necessário que Portugal se fizesse africano. Atrever-me-ia a sugerir, como primeira e urgente medida, que se mudasse para Luanda a capital do reino, o rei e a corte, a Câmara dos Deputados, todos os ministérios e, naturalmente, os pastéis de Belém. Numa segunda fase seria necessário mudar também os portugueses, inclusive os virtuosos e os trabalhadores, transferindo para Portugal os criminosos a cumprir pena de degredo em Angola e Moçambique. Portugal, território pequeno e nessa altura já quase despovoado, poderia então, sem prejuízo, ser governado por um qualquer empacaceiro em comissão de serviço.

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