15 de agosto de 2007

señales de fuego

Poeta antes que prosista, Jorge de Sena (1919-1978) es una de las figuras centrales de la literatura en lengua portuguesa. Debido a su oposición a la dictadura salazarista tuvo que exiliarse a partir de 1959, primero a Brasil y después a Estados Unidos, donde falleció. Fue un escritor fértil en todos los campos, en especial en la poesía (Metamorfoses, de 1963, es su libro más celebrado), pero también en teatro y novela. Sinais de fogo, publicada póstumamente en 1979, es una obra que le ocupó muchos años, y formaba parte de un vasto plan, un ciclo de varias novelas que debían abarcar buena parte de su vida, y que no llegó a completarse. Hay traducción al español de Basilio Losada (Señales de fuego, 1998).

En Sinais de fogo se narra el verano de un muchacho lisboeta que ha terminado la secundaria y que está en plena floración, tanto erótica como intelectual. Jorge, figura que tiene mucho del autor, asiste entre Lisboa y la playa de Figueira da Foz al desencadenamiento de la guerra civil española, que coincide con su lucha interior entre el deseo, la amistad y el nacimiento de la necesidad de escribir poesía. En más de quinientas páginas se suceden aventuras eróticas, lucha clandestina, reflexiones sobre la relación amorosa y la posesión del ser amado, sobre la fidelidad y la amistad equívoca. El protagonista se ve arrojado en poco tiempo a un torrente que, lejos de aturdirlo, lo obliga a actuar y a decidir. Y decidir es descartar, es manipular, es lastimar.

La novela transcurre en pocas semanas, entre julio y septiembre de 1936. La guerra civil española actúa no sólo como un trasfondo político, sino como eje que mueve la acción y desencadena los acontecimientos que llevan al protagonista a tomar una serie de decisiones que implican a otros, y que alteran la vida de sus personas más próximas, así como su propia relación amorosa. El narrador es el propio personaje, Jorge, desde un plano que rememora los hechos tiempo después. Si bien parece ser que el autor se sirvió de su propia experiencia, el texto ya es una ficción, pues hay amalgamas y transmutaciones de personajes y acontecimientos. No hay pretensión de veracidad, sino ficción a partir de la verdad histórica, en un país cuyo régimen apoyaba sin tapujos la sublevación nacionalcatólica contra la República constitucional. Es una novela de descubrimiento, de maduración interna, que se fragua en poco tiempo. Esa intensidad coincide con el nacimiento de una necesidad en el interior del protagonista: a Jorge se le agolpan las palabras en la mente, siente que tiene que escribirlas como sea, rescribirlas, pensarlas; y así nace el poeta.

La prosa de Jorge de Sena es la de un buen poeta que conoce el ritmo, y está densamente cargada de un tono lírico que, unido a la intensidad de lo narrado, actúa como una red: atrapa. No es un lirismo blando, sino a veces incluso afilado, amargo. Los diálogos, por su parte, condensan mucha de la carga poética del texto: los personajes se muestran desnudos, desgarrados o violentos, se orientan hacia el absoluto o hacia la nada, desorientados.

Sinais de fogo es una gran novela, intensísima y apasionada, algo difícil de lograr en un libro extenso. El autor se sirve de la política y del recurso a la poesía para mostrar su compromiso con la justicia y la libertad, para retratar el tiempo del viraje hacia el fascismo en Portugal, coincidente con el español y europeo. Y lo hace en un viaje de ida y vuelta, de la historia a la Historia. Con todo, y siendo excelente, lo mejor de la novela no es su faceta histórica o política. Dura, a veces incluso violenta, de una violencia que no se halla en el escenario bélico, que transcurre lejos, en España, sino en las actuaciones y en las ideas de los personajes, en el dolor que provocan las actitudes y los desencuentros: la verdadera guerra civil es entre los personajes, entre sus deseos y ambiciones, un choque de búsquedas encontradas que resulta devastador. Y en ese fragor de la vida Jorge se aferra a las palabras, a la poesía, la única balsa que logra mantenerlo a flote en el océano de ese verano turbulento.

O horror estava na minha surpresa constante com o inimaginável de uma catástrofe desencadeada a uma escala que não me era habitual. O espantoso e o monstruoso não podem, porém, ser-nos habituais, nem a experiência da vida pode ser feita de experiências incomuns. Mas que as experiências nos dêem o conhecimento de que os limites do possível não são os do provável ou do previsível, eis o que nos daria consciência de que a própria vida é, ou pode ser, a qualquer instante, um furacão que arrasta para o seu torvelinho criaturas inocentes e desprevenidas, que larga, com a mesma indiferença, num estendal de cadáveres e de detritos, espantados de se verem juntos. (p. 443)

2 comentarios:

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Ayer presisamente, releyendo un libro de José Luis García Martín titulado La biblioteca de Alejandría, en el que se reúnen traducciones -o reinvenciones- de textos de diversos autores -desde Li Po a Eugénio de Adrade-, me detuve en los versos de Jorge de Sena. Uno de los poemas antologados decía así:

EN EL TREN DE EDIMBURGO A LONDRES
¡La de cosas que podría hacer contigo,
rubia de esbeltos pechos y de tercos
muslos cerrados. Mientras me ignoras, lees
un libro idiota frente a mí.
Abrir las piernas que tanto se juntan
con firmes manos delicadas,
y que después se unan apretando
en húmedas paredes lo que se crece al verlas...
¡La rosa boca que se redondea!
Esos dedos tan finos, ¿serán sabios?
¿Tanto como los míos y mi boca?
Tú lees y me ignoras... ¿Quién puede
envejecer sin rabia ante esos ojos
si de alma y de entrepiernas se es tan joven siempre?

Un abrazo.

Daniel Pelegrín dijo...

Buena casualidad. He leído pocos poemas de Jorge de Sena, de momento me quedo con su prosa. Gracias por ese viaje en tren: ciertos viajes despiertan a veces sueños que incendian la piel. Pero, como decía Buñuel, "la imaginación es libre; el hombre, no". Un abrazo.