Lisboa africana
Hay una Lisboa africana, una ciudad negra, mulata, mestiza, que no ha dejado de crecer desde la primera vez que visité esta ciudad, hace doce o trece años. Los africanos de Lisboa y de Portugal provienen en su mayoría de las ex colonias portuguesas: de Cabo Verde, Angola, Guinea Bissau, Mozambique y São Tomé y Príncipe.
En los años sesenta, mientras el régimen salazarista enviaba a muchos jóvenes portugueses a defender el imperio lusitano en la guerra de Angola y la pobreza obligaba a otros a emigrar a la Europa rica, la mano de obra en la construcción y en otros empleos difíciles y mal pagados fue ocupada por caboverdianos. Muchos de ellos se quedaron, huyendo de la sequía endémica de las islas de Cabo Verde, y más tarde, tras la independencia que siguió a la Revolución del 25 de abril de 1974, llegaron otros africanos (así como los portugueses retornados), entre ellos los angoleños que huían de la guerra civil. Por lo tanto ya se puede hablar aquí de población negra (o mulata, o mestiza) de segunda y puede que de tercera generación: son los portugueses negros. A ellos se siguen sumando inmigrantes más recientes, que enriquecen la diversidad de esta “ciudad blanca” (Alain Tanner se refería a la luz, claro), como puede verse en su misma plaza central: Rossio, lugar de reunión de muchos africanos.
Un ejemplo de esta Lisboa africana es la zona de la Rua de São Bento, célebre por ser la calle de la Assembleia da República (el parlamento) y de los anticuarios, pero también conocida –a la altura en que se sitúa la casa en donde escribo esto– como uno de los tres lados del viejo “triângulo crioulo”, que entre los años sesenta y noventa fue un barrio de mayoría caboverdiana, con restaurantes de katchupa (el plato más célebre de la cocina caboverdiana) y bares africanos. Algo queda de aquello, aunque la mayor parte de la población inmigrante se mudó a las ciudades dormitorio como Amadora, Cacém, Odivelas o Almada.
Sin embargo, al margen de esta diversidad evidente hoy en día, la presencia africana en Lisboa y en Portugal no se limita a la segunda mitad del siglo pasado y al presente. En Portugal hubo una importante población esclava y liberta de origen africano entre finales del siglo XV y mediados del XIX, que en algunos momentos alcanzó hasta una décima parte de la población total. (Claro que también en la actual España hubo esclavos negros en esa época, aunque en menor número.) De hecho, entre mediados del siglo XVI y finales del XVIII, parte de este barrio y el vecino de Madragoa formaban la mayor concentración de población africana de Europa: el entonces conocido como barrio de Mocambo. Las huellas de esta presencia africana en la metrópoli pueden rastrearse hoy en muchas representaciones iconográficas, desde cuadros a azulejos, pero también en tradiciones y músicas. Hay incluso estudios que afirman que el fado tiene su origen en el lundum, una música para danza que se originó en Brasil, mezcla de ritmos bantúes y portugueses. Sin embargo, esta primera presencia africana, que duró cerca de cuatro siglos, se fue diluyendo tras el fin de la esclavitud, mezclándose con la población blanca.
Lisboa es hoy, por tanto, una ciudad mestiza y diversa, pero no hay que olvidar que ya lo fue en el pasado. Muchos portugueses, incluso de origen africano, ignoran todavía ese legado.
Para quien quiera profundizar sobre este asunto, algunos libros que me han parecido especialmente interesantes:
Jean-Yves Loude, Lisboa. Na cidade negra, Don Quixote, 2005.
José Eduardo Agualusa y otros, Lisboa africana, Asa, 1993.
José Ramos Tinhorão, Os negros em Portugal, uma presença silenciosa, Caminho, 1997.
Didier Lahon, O negro no coração do império, uma memória a resgatar (ss. XV-XIX), Ministério da Educação-Casa do Brasil, 1999.
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