16 de abril de 2007

rastros

Sobre rastros mojados por la lluvia
la acrobática prédica del silencio.

Es como si pudieras oír,
como si todavía te amara.

Paul Celan

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Lastima. Leer a Celan es sufrirlo, pero ahí la condición del amor a su poesía.

Me parece que acompañas bien con la imagen al poema, Celan es el poeta de los quiebres, de la fractura en el lenguaje... su aliento entrecortado parecido al de aquel que ya agoniza.

Este poema no lo había leído... es absolutamente terrible y maravilloso al mismo tiempo.

Correspondo a tu entrada con el siguiente (me sugiere la misma fugacidad que no termina de marcharse sin embargo).



La tenue marca,
húmeda aún de ojos:

tu camino

se traba con ella.

Anónimo dijo...

DE noche está tu cuerpo moreno de fiebre de Dios:
mi boca blande con antorchas sobre tus mejillas.
No sea acunado aquel a quien no cantaron nanas.
Llena de nieve la mano, fui hacia ti

indeciso como azulean tus ojos
en la ronda de las horas. (La luna entonces era más redonda)
El prodigio es solloso en tiendas vacías,
se heló el cantarillo del sueño - ¿qué importa?

Recuerda: en el saúco colgaba una hoja negra-
hermosa marca para el cáliz de sangre.

Paul Celan.

Daniel Pelegrín dijo...

Sí: es el desgarro y un descenso a la raíz del dolor, ese tipo de poemas que te hacen vibrar de emoción y felicidad. Gracias por tus aportaciones, no conocía esos poemas, el último preñado de metáforas y símbolos vivos.

Anónimo dijo...

El primero fue un obsequio (o lo asumí como tal, por lo que no tengo mayores referencias de él)y el segundo es de Amapola y memoria.Ya vendré, si tú me lo permites, a dejarte poco a poco más textos del mismo libro.

Es bien cierto que hay palabras, poemas, que le llenan a uno de forma indescriptible.

Te deseo un bello día.

Roxana.

Daniel Pelegrín dijo...

Claro, la puerta está abierta al intercambio de voces y sensibilidades: una mirada alarga otra mirada.

Anónimo dijo...

Qué bello lo último.

Bueno... vamos a empezar en orden, ¿te parece Azófar?

=)

El primer poema de Amapola y memoria:

Una canción en el desierto

Se trenzó una corona de negruzco follaje en la región de Akra;
allí giré en redondo el cabello azabache y le tiré a la muerte con
la espada.
Bebí también en cuencos de madera la ceniza de las fuentes de Akra
y, baja la vísera, salí al encuentro de las ruinas del cielo.

Pues murieron los ángeles y el Señor quedó ciego en la región de Akra,
y no hay nadie que ampare en mi sueño a los que aquí marcharon al descanso.
Duramente maltratada fue la luna, la florecilla de la región de Akra,
así florecen las que compiten con las espinas, las manos con anillos oxidados.

Así que finalmente me postraré hasta el beso cuando rezan en Akra.
¡Mala era la coraza de la noche, por sus juntas gotea la sangre!
Así me transformé en su hermano risueño, en el férreo querube
de Akra.
Así digo el nombre todavía y todavía siento el ardor en las me jillas.


Paul Celan

Daniel Pelegrín dijo...

Umm... me gusta, pero no tanto (cuando se muestra la trascendencia religiosa explícitamente siento que pierde densidad), aunque te lo agradezco igualmente.

Anónimo dijo...

Te cuento. Cuando transcribía, al mismo tiempo iba siguiendo la lectura del poema en alemán, y advertí que mejilla en la versión en español presenta un sesgo: me jilla, como Celan recurría a tajar las palabras, obligando con ello a una pausa para indicar en muchas ocasiones el replantearse lo dicho olvidando el discurso, pensé que quizá estaría yo pasando algo por alto en mi lectura/interpretación, pero no... en alemán la palabra se muestra íntegra (me parece extraño, pues la editorial es Hiperión). Efectivamente el poema es explícito, también coincido contigo.

Cierro paréntesis.

Te dejo el siguiente, en el libro es el tercer poema, el segundo lo dejé aquí el 16 de abril.

(Seguro estarás ahora durmiendo, bonita noche, y cuando leas esto, excelente día/tarde)

***


EN vano dibujas corazones en la ventana:
el caudillo del silencio
abajo, en el patio del castillo, alista soldados.
Iza su pendón en el árbol - una hoja que le azulea en el otoño;
distribuye a la tropa los tallos de la melancolía y las flores del tiempo;
con aves en el pelo va a sumergir las espadas.

En vano dibujas corazones en la ventana: Hay un Dios entre la hueste,
envuelto en el capote que antaño se te cayó de los hombros en
la escalera, por la noche,
antaño, cuando el castillo estaba en llamas, cuando dijiste como
los hombres: amada...
No conoce el capote ni invocó a la estrella, y sigue a aquella
hoja que aún aguanta
Oh tallo, cree escuchar, oh flor del tiempo.


Pual Celan

Anónimo dijo...

MARIANNE

Sin lilas tu cabello, tu semblante de espejo,
de ojo a ojopasa la nube, como Sodoma hacia babel:
cual follaje se desmenuza la torre y brama en torno al zarzal de azufre.

Cruza entonces tu boca un relámpago- aquel abismo con los restos del violín.
Con dientes de nieve alguien da un toque de arco: ¡Más hermosa sonaba la caña!

Amada, también tú eres la caña y todos nosotros lluvia;
un vino sin par tu cuerpo, y bebemos los diez;
una barca en el trigo tu corazón, hacia la noche lo remamos;
un cantarillo de azul, así brincas sin esfuerzo sobre nosotros, y dormimos...

Desfila ante la tienda la centuria y entre copas te llevamos a enterrar.
Suena entonces en las losas del mundo el duro doblón de los sueños.

Celan.

(éste es el cuarto poema)

Hice algo raro a mi blog y de momento también está en el limbo. Espero que lo pasaras muy bien.
Un abrazo.

Anónimo dijo...
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