23 de junio de 2007

dibujo

Carlos de Oliveira

Desenho infantil (IV)


Ao crepúsculo, desceu enfim a escada e entrou na atmosfera espessa do corredor; parecia flutuar; tinha o rosto sombrio, os cabelos caídos para os olhos e jurara nunca mais comer carne, mesmo que fosse condenado toda a vida às ampolas de soro nutritivo diluído em leite.
Empurrou devagar a porta da cozinha, onde o fogo tornava o cobre cor de sangue, e lembrou-se outra vez dos bichos imolados sobre as lajes do pátio. Havia um vulto debruçado para o lume, uma criada com certeza, entregue ao ritual das chamas: alimento, calor, sobrevivência diária.
Continuou em frente no mesmo passo aéreo e saiu da cozinha; se alguém o visse agora pensaria num caso de sonambulismo: «quando acordar regressará»; talvez, mas as palavras hesitam de repente, incertas, disjuntivas, e o poema esboroa-se no rasto da criança.

Carlos de Oliveira (1921-1981)

[Dibujo infantil (IV)
Al crepúsculo, bajó por fin la escalera y entró en la atmósfera espesa del corredor; parecía fluctuar; tenía el rostro sombrío, el pelo caído hacia los ojos y había jurado nunca más comer carne, aunque fuese condenado toda la vida a las ampollas de suero nutritivo diluido en leche.
Empujó despacio la puerta de la cocina, donde el fuego tornaba el cobre color de sangre, y recordó otra vez los animales inmolados sobre las losas del patio. Había un bulto inclinado hacia la lumbre, una criada sin duda, entregada al ritual de las llamas: alimento, calor, supervivencia diaria.
Continuó hacia delante con el mismo paso aéreo y salió de la cocina; si alguien lo viese ahora pensaría en un caso de sonambulismo: «cuando despierte regresará»; tal vez, pero las palabras titubean de repente, inciertas, disyuntivas, y el poema se disgrega en el rastro del niño.]

2 comentarios:

MIRIAM dijo...

Estupendo! Gracias por compartir. Besos.

Daniel Pelegrín dijo...

Gracias a vos... y un abrazo.