21 de julio de 2007

el otro pie

Mia Couto (1955) es el escritor mozambiqueño más conocido internacionalmente. La huella de este autor en la literatura (africana y universal) comenzó con su primera novela, Terra sonâmbula (1992), aunque antes y después ha escrito muchos otros libros, entre poesía, cuentos, artículos y novelas. Hace unos cinco años leí O último voo do flamingo (2000), una sátira hilarante y tierna al mismo tiempo, entre lo onírico y lo real dentro de la ficción, sobre el Mozambique de posguerra civil y la presencia de los cascos azules. O outro pé da sereia (2006, El otro pie de la sirena, aún no traducido al español) es su última novela. En toda su obra de ficción Mia Couto juega con el lenguaje y crea neologismos, altera la sintaxis (aunque no al nivel e intensidad de uno de sus maestros, el brasileño João Guimarães Rosa), se sirve de la tradición oral y de los proverbios. Habla de Mozambique, de África, de la identidad, de la memoria y la amnesia colectiva (“o homem esquece para ter passado e mente para ter futuro”, dice el narrador de su última novela), y por tanto su temática y la forma de afrontarla es ya universal.

En O outro pé da sereia se alternan dos líneas argumentales, a su vez integradas por pequeñas historias que se entrelazan, como en un juego de esas cajas africanas (y chinas) de madera tallada que contienen otras menores. Por un lado, en 2002, la historia de una muchacha llamada Mwadia Malunga, el hallazgo de una vieja talla de la Virgen y de unos manuscritos del siglo XVI que llevan a Mwadia de regreso al pueblo de donde se marchó hace años; de los habitantes de ese pueblo, Vila Longe, y de la llegada de una pareja de afroamericanos que ansían conocer sus raíces y la historia de la esclavitud. Por otro, en 1560, la travesía desde Goa a Mozambique que lleva la evangelización a los negros (y, con ella, la sumisión al poder portugués), río Zambeze arriba. El nexo entre ambas, simbolizado en una estatua de madera de la Virgen que es simultáneamente el espíritu Nzuzu, divinidad africana de las aguas, se va estrechando a lo largo de los viajes reales e imaginarios de los personajes.
Los capítulos ambientados en el presente (2002) se desarrollan en Mozambique, en la aldea de Vila Longe y alrededores. Mientras, impresos en páginas de color hueso (en la edición de Caminho) y en diferente tipografía se suceden, alternados con los otros, los capítulos que narran la travesía del océano Índico en un barco que lleva en 1560 a Mozambique al misionero jesuita Gonçalo da Silveira (personaje rigurosamente histórico, “mártir” de la cristiandad en tierras de Mozambique) y a otros personajes como el esclavo Nimi Nsundi, o el joven cura Manuel Antunes, seducido por la sensualidad africana.

La originalidad de Mia Couto, a diferencia de otros textos anteriores, no se muestra en esta novela tanto en la creación de neologismos (que los hay, como el bello crepuscalado, o cegocêntrico, entre otros) como en la manipulación de la tradición oral y de los proverbios, a través de verdaderos aforismos que articulan la voz narrativa y los diálogos de los personajes.

Si O último voo do flamingo comenzaba contundentemente con el pene amputado de un casco azul como único vestigio de la explosión de una mina, O outro pé da sereia se inicia con la caída de una estrella que no sabremos a ciencia cierta si es realmente eso o un satélite espía. Esta es la primera de una serie de ambigüedades, de juego de datos entre lo real y lo ilusorio que parece en ciertos momentos confuso, y que conduce a un final tan desconcertante y sorprendente que al lector (al menos a este lector) le queda la impresión de que el autor ha querido dar la vuelta a las convenciones narrativas occidentales y dejarnos completamente fuera de juego. De hecho, es como si el personaje de Zeca Matambira, ex púgil que tuvo que abandonar el boxeo porque era incapaz de golpear a mulatos o blancos, hubiese superado su miedo y nos propinase un seco gancho con la zurda desde el ring de la ficción.

Sea como sea, Mia Couto es un escritor que sabe conquistar al lector, que seduce con personajes simbólicos y fascinantes, bien construidos, con una prosa sencilla aunque labrada por imágenes y frases luminosas, con la fascinación de un mundo en que se diluyen las fronteras entre lo real y lo ilusorio. En esta novela los estereotipos, las imágenes que los occidentales tienen de África y los africanos, caen en pedazos mediante el humor y la picaresca. Los africanos, como nosotros, no son personas de raíz pura, ni acaso importa, parece decirnos Mia Couto: todos somos resultado de diversas mezclas, no sólo raciales o culturales, sino de un complejo conjunto de experiencias, conocimientos, relaciones y herencias bastardas.

– Esse poente, esse poente! Você usava aquela outra palavra que eu gostava tanto, como era?
– Crepúsculo.
– Era isso mesmo, crespu... diga lá outra vez!
– Crepúsculo.
– Maravilha, disse Rodrigues, soletrando repetidamente a palavra. E suspirou: Estou para aqui todo crepuscalado.
(…)
Nesses últimos dias, Mwadia fechava-se no sótão e espreitava a velha documentação colonial. Agora, ela sabia: um livro é uma canoa. Esse era o barco que lhe faltava em Antigamente. Tivesse livros e ela faria a travessia para o outro lado do mundo, para o outro lado de si mesma.
(…)
– Desculpe a pregunta: o senhor se considera um animista?
– Do modo como está o mundo, eu me considero mais um desanimista…

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